"Al haber comenzado a ser un bien escaso,
las palabras tenían más significado que antes"
(Juan José Millás, EL ORDEN ALFABÉTICO)

CAPÍTULOS 41, 42, 43, 44 Y 45

41
Centenario de la invención de Cocacola. La mía congelándose en hielo, con marejada de ron, llovizna de gin, lágrimas de amargo de Angostura y una rodaja de limón. Muere Desi Arnaz, ex-esposo de Lucy, la pelirroja teñida que lo coñaceaba tenazmente, aunque René se encabrone negándolo.

42
Es una hazaña fatigosa perdurar con una revista cultural durante cinco años. Edición especial aniversario de 124 páginas que coincide con una nueva devaluación del bolívar. Afortunadamente, mi padre administra la editorial igual que Margaret Thatcher mangonea en Gran Bretaña. A pesar de su nombre ferozmente foráneo, Solveig Hoogesteijn estrena una de las pocas películas venezolanas taquilleras: MACU, LA MUJER DEL POLICÍA, escandalosa y de buena factura y con una escenita deliciosa de la protagonista walkirizando sexualmente a su potro. Conmovido por la belleza formal y la intensidad anecdótica de LA OVEJA NEGRA, entrevisto a Román Chalbaud en mi programa de radio. Muere el tipo duro del cine francés, narizón además, Lino Ventura. Organizo un miniciclo de sus películas en betamax, bebiendo coñac, en mi apartamentico alquilado de Chacao.

43
Es la primera vez que mi padre habla de regresar a España. Carlos Andrés Pérez reelecto para un segundo mandato.
44
Ruth se muda a mi apartamento. Un par de años atrás nos conocimos en la piscina del MACUTO SHERATON. La culpa fue de ese hipertrago, denominado LA BOMBA, que combina en su copa de medio litro olas de ron blanco, vodka, ginebra, limón soda Chinotto y el témpano de hielo que escoñetó al Titanic. Era tan mayúscula nuestra intoxicación etílica que yo aún ignoro cómo superamos los sin cuenta (sic) metros planos que separaban nuestras tumbonas de la cabaña anexa a la piscina.

El segundo round en el SHERATON naufragado en “Caraballeda de la costa, Caraballeda de la mar” fue durante la convención nacional de marketing del refresco líder en Venezuela y Filipinas. Un evento llamado pomposamente PEPSI 200, LA CONQUISTA DEL HOMBRE 2000, que pretendía significar que, en el siglo XXI, el consumidor creole estaría preparado para tragarse doscientos litros de cola negra carbonatada al año o, al menos, eran sus proyecciones de mercado. Ruth era una de las ejecutivas de la agencia publicitaria que había organizado el evento e insistía que esa era la ocasión adecuada para presentarme a la plana mayor de los pepsicoleros, con la idea de ingeniarnos nuevas formas de patrocinio burbujeante para mi publicación culturosa.

Sin bombas etílicas de por medio, sino abrigado —entre tanto aire acondicionado— por un soberbio single malt que no me atreví a mancillar con hielo, le propuse al gerente general de PEPSICOVEN un desarrollo comunicacional para el “brand” que podría abarcar una década. Como en una mala película hollywoodense (o como en la novela DESNUDO EN CARACAS, escrita por Fausto Masó), el mandamás refresquero me impone como Director Creativo Asociado de INTERGLOBAL ADVERTISING, con dedicación exclusiva a su cuenta y el compromiso de no abandonar la balsa de ideArte.

45
Bertrand Russell se burla de mí. El ocio ya no es mi negocio. Renuncio radicalmente a la radio una semana después del caracazo, cuando me asomo como espectador desde los ventanales que se alzan sobre la convulsionada avenida Lecuna, frente al teatro Nacional, en la sede de Radiodifusora. Ese mismo mediodía, Ruth y yo regresábamos del SHERATON, donde nos habíamos regalado un fin de semana. El país se empecina en permanecer sordo ante las señales de alarma. Cae el muro de Berlín. Se subastan sus pedazos. Los japoneses adquieren el Rockefeller Center.

—Ya nada parece ser lo que era –refunfuña René, apaciguado por la cómplice de mi madre.

Muere la esplendorosa villana fea de Hollywood, Bette Davis.

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